El buen gobierno corporativo implica contar con un conjunto de normas, políticas, principios y lineamientos cuyo objetivo es regular, tanto a nivel de estructura como de operación, tanto las relaciones internas en una empresa, como las que ésta establezca con sus stakeholders externos, apuntando a crear valor sostenible en el tiempo para la organización. Este último aspecto, es compartido por el compliance, el que también pretende crear valor para la empresa y sus stakeholders cuidando el “cómo”, es decir, la forma de llegar a los objetivos y metas (económicas, de producción, comerciales, etc.). En estos términos, en cuanto a la finalidad perseguida, ambas instituciones tienen varios puntos en común.